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Domingo 13 de abril de 2025
Domingo de Ramos de la Pasión del Señor. Ciclo C
¡Señor, no te quedes lejos; fuerza mía, ven corriendo a ayudarme” Sal. 21
Espíritu Santo, regálame el amor a la Verdad.
Espíritu Santo, abre mi corazón al don que es tu Palabra.
Espíritu Santo, ayúdame a salir de mis esquemas.
Espíritu Santo, sorpréndeme con lo que Jesús
quiera regalarme en este camino a la pascua.
Amén.
Lucas 19, 28-40

28Después de decir estas cosas, Jesús continuó subiendo delante de ellos en dirección a Jerusalén. 29Cuando se acercaba a Betfagé y a Betania, cerca del monte llamado de los Olivos, envió a dos de sus discípulos, 30ordenándoles: «Vayan al poblado de enfrente. Cuando entren, encontrarán un burrito atado que nadie ha montado aún: ¡desátenlo y tráiganlo! 31Si alguien les pregunta por qué lo desatan, respóndanle que el Señor lo necesita». 32Los enviados fueron y encontraron todo como Jesús les había dicho. 33Cuando estaban desatando el burrito, los dueños les preguntaron: «¿Por qué lo desatan?». 34Les respondieron: «El Señor lo necesita». 35Se lo trajeron a Jesús y, echando sus mantos sobre el burrito, lo hicieron montar. 36Mientras Jesús avanzaba, ellos extendían sus mantos en el camino. 37Cuando ya se acercaba a la bajada del monte de los Olivos, toda la multitud de los discípulos comenzó a alabar a Dios con alegría y con fuertes voces por todos los milagros que habían visto, 38y decían: «¡Bendito el rey que viene en nombre del Señor! ¡Paz en el cielo y gloria en las alturas!». 39Algunos de los fariseos que estaban en la multitud dijeron a Jesús: «Maestro, ordena a tus discípulos que se callen». 40Jesús les respondió: «Les aseguro que, si ellos se callan, gritarán las piedras».

Algunas preguntas para una lectura atenta

  1. ¿Hacia dónde se dirige Jesús y para qué?
  2. ¿Qué les manda hacer Jesús a dos de sus discípulos?
  3. ¿Qué encuentran los discípulos y qué explicación dan al dueño?
  4. ¿Qué hace y dice la gente ante el paso de Jesús montado en el burrito?
  5. ¿Qué dicen los fariseos ante estos dichos y qué les responde Jesús?
Algunas pistas para comprender el texto:
Mons. Damian Nannini
Jesús se dirige hacia Jerusalén y se detiene al pie del Monte de los Olivos que está justo frente a la ciudad santa hacia el este; y cerca de los poblados de Betfagé y de Betania. Jesús prepara su ingreso a la ciudad de Jerusalén en un momento importante dada la cercanía de la fiesta de Pascua. Entonces manda buscar un burrito atado en la casa de una persona de un pueblo vecino para que se lo traigan. Llama la atención que todo sucede tal cual lo había anunciado Jesús y, cuando el dueño pregunta por qué se lo llevan, basta que le digan que el Señor lo necesita. De este modo se pone de manifiesto el señorío de Jesús sobre los acontecimientos.
Los discípulos le llevan el burro a Jesús, le ponen unos mantos encima y Jesús montado sobre este animal ingresa a Jerusalén. La presencia y necesidad del burrito remite claramente a la profecía de Zac 9;9: “¡Alégrate mucho, hija de Sión! ¡Grita de júbilo, hija de Jerusalén! Mira que tu Rey viene hacia ti; él es justo y victorioso, es humilde y está montado sobre un asno, sobre la cría de un asna.”
Por su parte, el gesto de poner sus mantos sobre el camino es una forma de honrarlo como rey (cf. 2Re 9,13). Cuando llegan a la bajada hacia Jerusalén y ya tienen a la vista la ciudad santa, la multitud de los discípulos se llenan de emoción y comienzan a alabar a Dios y a exclamar: «¡Bendito el rey que viene en nombre del Señor! ¡Paz en el cielo y gloria en las alturas!».
La primera aclamación confiesa a Jesús como rey; es una expresión claramente mesiánica y nos recuerda al Salmo 118,25-26: “Sálvanos, Señor, asegúranos la prosperidad. ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! Nosotros los bendecimos desde la Casa del Señor”. “Homenaje a Jesús y alabanza a Dios se confunden. En concreto consideran a Jesús como objeto de la bendición divina” (Rodríguez Carmona).
La segunda aclamación nos recuerda el canto de los ángeles al inicio del evangelio (cf. Lc 2,14) y refuerza la misión de traer la paz propia de Jesús y tan presente en Lucas. “Por Jesús viene a la tierra la paz y se manifiesta la gloria, que son propias del cielo o alturas. Paz es la debida armonía que debe existir entre los hombres con Dios y entre sí. Gloria alude a la nube resplandeciente que acompañaba al pueblo en el éxodo y que simboliza la presencia del poder salvador de Dios” (A. Rodríguez Carmona).
Al final intervienen los escribas pidiendo que los discípulos se callen. Jesús les responde con una frase proverbial señalando que se trata de algo que no puede ocultarse de ninguna manera: “si ellos se callan, gritarán las piedras”.
El domingo de ramos celebramos la entrada de Jesús en Jerusalén donde va a sufrir su pasión y su muerte en cruz. Es, por tanto, la puerta de la Semana Santa y la liturgia de este día nos invita a entrar con Jesús en la misma.
En su ingreso a Jerusalén Jesús es aclamado como rey, pero hace su ingreso como "un rey humilde, montado en un burrito". No es, por tanto, un rey prepotente que hace alarde de su poder; sino un rey manso, humilde, pacífico y pacificador.
Y de este modo viene a nuestras vida y quiere que lo dejemos entrar el ellas para recibir su perdón y la paz de corazón.
El domingo de ramos es llamado también "domingo de Pasión" por cuanto leemos la Pasión del Señor y, de este modo, nos ponemos en clima para toda esta semana anticipando los hechos para descubrir su sentido profundo e inspirarnos la actitud espiritual correspondiente. Y la clave nos la ha dado la oración colecta del domingo pasado: “Señor y Dios nuestro, te rogamos que tu gracia nos conceda participar generosamente de aquel amor que llevó a tu Hijo a entregarse a la muerte por la salvación del mundo”.
Así, a través de la escucha y la meditación, tratamos de entrar en el misterio de la pasión del Señor, de participar de su amor para que nos mueva a la entrega en nuestra vida presente. El misterio de la cruz debe ayudarnos a descubrir el sentido de nuestras cruces y darnos fortaleza para perseverar. Pero, por sobre todo, el misterio de la cruz debe enseñarnos lo que es amar de verdad o la verdad sobre el amor. Al respecto decía el Papa Francisco en su homilía del 10 de abril de 2022: “En el Calvario se enfrentan dos mentalidades. Las palabras de Jesús crucificado en el Evangelio se contraponen, en efecto, a las de los que lo crucifican. Estos repiten un estribillo: “Sálvate a ti mismo”. Lo dicen los jefes: «¡Que se salve a sí mismo si este es el Mesías de Dios, el elegido!» (Lc 23,35). Lo reafirman los soldados: «¡Si tú eres el rey de los judíos, sálvate a ti mismo!» (v. 37). Y finalmente, también uno de los malhechores, que escuchó, repite la idea: «¿Acaso no eres el Mesías? ¡Sálvate a ti mismo!» (v. 39). Salvarse a sí mismo, cuidarse a sí mismo, pensar en sí mismo; no en los demás, sino solamente en la propia salud, en el propio éxito, en los propios intereses; en el tener, en el poder, en la apariencia. Sálvate a ti mismo: es el estribillo de la humanidad que ha crucificado al Señor. Reflexionemos sobre esto.
Pero a la mentalidad del yo se opone la de Dios; el sálvate a ti mismo está en desacuerdo con el Salvador que se ofrece a sí mismo. En el Evangelio de hoy también Jesús, como sus opositores, toma la palabra tres veces en el Calvario (cf. vv. 34.43.46). Pero en ningún caso reivindica algo para sí; es más, ni siquiera se defiende o se justifica a sí mismo. Reza al Padre y ofrece misericordia al buen ladrón. Una expresión suya, en particular, marca la diferencia respecto al sálvate a ti mismo: «Padre, perdónalos» (v. 34)”.
En fin, recordemos la exhortación del Papa Francisco: “Queridos jóvenes, no se avergüencen de mostrar su entusiasmo por Jesús, de gritar que él vive, que es su vida. Pero al mismo tiempo, no tengan miedo de seguirlo por el camino de la cruz. Y cuando sientan que les pide que renuncien a ustedes mismos, que se despojen de sus seguridades, que se confíen por completo al Padre que está en los cielos, entonces alégrense y regocíjense. Están en el camino del Reino de Dios”
Continuamos la meditación con las siguientes preguntas:
  1. ¿Me nace alabar a Dios por las obras que hace por medio de Jesús?
  2. ¿He experimentado el poder pacificador de Jesús cuando lo dejo ingresar a mi corazón?
  3. ¿Acepto que ningún acontecimiento de mi vida escapa al plan de Dios, tampoco la cruz, y que debo pedir participar del amor de Jesús para poder integrarla en mi vida cristiana?
  4. ¿Estoy dispuesto a seguir a Jesús en su camino a la cruz y a no quedarme como mero espectador?
  5. ¿Discierno que siempre el buen Espíritu trae paz y conduce a la paz?

Gracias Jesús por Tu entrega apasionada.
Gracias por cada intento que haces por entrar a mi vida.
Que cuando haga sentir a otros inferiores por demostrarles mi poder,
puedas regalarme la oportunidad de volver a empezar desde Tu sencillez y humildad.
Que nada ni nadie detenga el entusiasmo, la alegría de Tu llegada.
Dame, Señor, el gozo de sentir el llamado nuevo a seguirte abrazando la cruz.
La Pascua se aproxima, hazme también resucitar contigo.
No quiero ser espectador ante mi vida que pasa ni ante las necesidades de mis hermanos.
No puedo callar; y si lo hago hoy también las piedras gritarán.
Amén.

Jesús, entra una vez más en mi vida, en mis sueños, en mi corazón
Durante esta semana me comprometo a acompañar de cerca a alguien que esté pasando por un momento difícil. Allí está Jesús queriendo entrar en mi vida.

“Medito cada día sobre la entrada de Jesús a Jerusalén y Su Pasión, Él me confía allí su compasiva ternura”,

(Santa Gema Galgani).